Tras una cordial invitación a visitar nuestro país, hecha por el presidente Adolfo López Mateos a John F. Kennedy, entonces presidente de Estados Unidos, el mandatario norteamericano aterrizó en la Ciudad de México para una corta pero esperada visita. Kennedy probablemente era la figura más popular en occidente, y su visita fue muy esperada por el pueblo mexicano, como se puede apreciar en las fotos de las recepciones multitudinarias en la Ciudad de México.
Durante su visita, quedaron establecidas las bases y los gestos de la adhesión de México al bloque “democrático”, como la apertura de EEUU a devolver a México el territorio de El Chamizal, y rechazando así de forma implícita a la influencia soviética en América por medio de Cuba. Durante varios días, la presencia del carismático presidente de Estados Unidos y su omnipresente esposa ocuparon la totalidad del tiempo en los medios mexicanos.
La gran cantidad de objetos históricos existentes en las diversas colecciones de nuestro país alentaron a muchos políticos e intelectuales a la creación de un museo que pudiera mostrar a los mexicanos y al mundo la riqueza de las culturas mexicanas. Durante todo el siglo XX se dieron los pasos necesarios para que esto pasara, y en 1964 se inauguró el actual museo de Antropología, que debía difundir la antropología de los pueblos indígenas mexicanos, difundir la cultura prehispánica y la conservación y exposición de piezas arqueológicas de dicho período.
Construido por el famoso arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, el museo de 43 salas en 44 mil metros cuadrados, alberga miles de piezas arqueológicas desde monolitos prehistóricos hasta las más populares piezas prehispánicas que identifican a las culturas históricas de México. La creación de este museo definió también las convenciones acerca de la forma en que se estudiaría y ordenaría la historia de México prehispánico en la educación básica en adelante.
A mediados de la década de los sesenta, la ciudad de México había superado los 5 millones de habitantes, y la necesidad de un sistema de transporte masivo era cada vez más alarmante. El presidente Gustavo Díaz Ordaz negoció la construcción del metro con Francia, y en 1967 comenzaron las obras para su construcción, siguiendo el diseño del empresario Bernardo Quintana.
La línea 1 (que entonces recorría sólo de Chapultepec al aeropuerto Benito Juárez) fue inaugurada en 1969, y las líneas 2 y 3 en el año siguiente, y desde entonces ha sido ampliado hasta ser uno de los más grandes y masivos del mundo. Su construcción sirvió para dar señas de que la Ciudad de México aspiraba a colocarse junto a las grandes capitales del mundo, y hoy en día es uno de los elementos más reconocibles de la capital.
En 1963, el comité olímpico internacional nombró a la Ciudad de México sede de los juegos olímpicos que debían llevarse a cabo en 1968, fueron los primeros juegos olímpicos organizados por un país tercermundista, los primeros en territorio hispanohablante y los primeros latinoamericanos. Para su realización, se construyeron numerosos edificios que hoy en día son emblemas de la ciudad de México y que siguen en uso desde entonces, como el Estadio de la UNAM, la alberca olímpica de Coyoacán y la Villa Olímpica Miguel Hidalgo.
Los juegos olímpicos de la ciudad de México fueron escenario de muchos sucesos que serían emblemáticos en la historia mundial, como el polémico Saludo del Poder Negro de Tommie Smith y John Carlos, ganadores de los 200 metros planos, la exclusión de Sudáfrica por sus políticas racistas, o la primera participación olímpica de la República Democrática de Alemania. Por otro lado, fueron también las primeras olimpiadas en las que se implementó el control de dopaje, y las primeras en las que se llevaron a cabo los cuestionados controles de sexo y la primera en la que se llevó a cabo una espectacular ceremonia de inauguración, hoy ya tradicional.
Durante la década de los 60, numerosos grupos de jóvenes y estudiantes se volcaron a las calles para reclamar un papel en la vida política y social de México, que querían plasmar en reformas políticas como la autonomía universitaria, entre otras , y para protestar por diversas intervenciones policiacas en las universidades. El movimiento tenía un buen sector de simpatizantes del comunismo y la revolución cubana, por lo que las oligarquías políticas advirtieron de una conspiración de origen maoísta y soviético contra el estado mexicano.
El 2 de Octubre, miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas, en un mitin de protesta en el que se infiltraron cientos de miembros del ejército, tras una señal emitida desde un edificio, los soldados que vigilaban la manifestación comenzaron a abrir fuego, apoyados por francotiradores en los edificios alrededor de la plaza. No se sabe el número exacto de muertos, pero los estudios más recientes estiman que las víctimas civiles rondaron los 1000 muertos y 3000 heridos. La brutal represión del estado mexicano se debió sobre todo a la próxima realización de los Juegos Olímpicos, y a que el gobierno aún no estaba dispuesto a verse cuestionado por la sociedad que gobernaba, hecho que a partir de entonces, comenzaría a cambiar.